
Deambulando entre subproductos, haciendo cameos y pequeños papeles en películas olvidables y series de televisión (entre ellas, la esperpéntica “Xena, la princesa guerrera”, producida por su amigo Sam Raimi), se podría decir que la carrera de Campbell no ha levantado cabeza desde la trilogía que lo encumbró.
Hace unos años, en un intento de resurgir del olvido, llegó Bubba Ho-tep, una película cuyo delirante argumento prometía guasa y diversión a raudales. Lamentablemente y pese al revuelo montado en internet por sus fans acérrimos, el resultado fue un pestiño de cuidado, condenadamente aburrido y sin la más mínima gracia (de Don Coscarelli no se podía esperar otra cosa)
Ahora, en un nuevo intento de remontar su carrera, Campbell se ha puesto tras la cámara para dirigirse en esta comedia de terror, en la cual el actor no duda en parodiarse a sí mismo y hacer autocrítica de su trayectoria en el mundillo del séptimo arte. Diálogos chispeantes (en algunos casos, gloriosos), guiños a sus películas y una buena ración de gore cutre (al más puro estilo de la serie B y Z más casposa), es parte de lo que podemos encontrar en “My Name Is Bruce”, una película que disfrutarán, en mayor o menor medida, sus fans (entre los que me incluyo)
El argumento es de lo más simple: en un pequeño pueblo de unos trescientos y pico habitantes, un grupo de adolescentes desatan, por error, una antigua maldición. Guan-Di, un poderoso Dios chino, ha despertado con sed de sangre y no dudará en rebanar la cabeza de todo pueblerino que para su desgracia, su cruce en su camino. Jeff, uno de los jóvenes incautos culpables de su despertar, tiene la “gran idea” de pedir ayuda a su actor favorito, Bruce Campbell, para que se encargue de combatir al enfurecido Guan-Di. Campbell, tomándose el asunto a broma, aceptará el encargo con tranquilidad y apatía. No obstante, cuando se dé cuenta que todo el asunto va en serio, su valor y, en definitiva, su fama, serán puestos a prueba.

La película empieza ya con las dosis de guiños y autocrítica suficientes para darse cuenta de que el humor será el elemento clave de lo cinta. Y de hecho, así es.
Campbell se interpreta a sí mismo como un perdedor, un borracho arrogante, descuidado y mujeriego (o eso intenta), que observa como su carrera se va a pique con cada patética película que protagoniza. Para más inri, malvive en una autocaravana con un perro que lo detesta y añorando a su exmujer, la cual tampoco le guarda demasiada simpatía. La aparición de Jeff supone una novedad en su rutinaria y deprimente vida. Su llegada y permanencia en el pueblo no puede ser más descacharrante, comportándose como un verdadero idiota y preocupándose más de ligarse a alguna moza que de intentar servir de ayuda para los desesperados pueblerinos.
Realmente, la cinta contiene algunos diálogos bastante conseguidos, con mucha ironía y sorna y, en muchos casos, dirigidos especialmente a los fans, quienes además disfrutarán de los innumerables guiños que Campbell no ha dudado en ningún momento en incluir.
Como no iba a ser menos, el peso del humor recae en el propio Campbell, con un desvergonzado comportamiento que en ocasiones recuerda al mítico “Ash”, aunque aquí más pasado de rosca. Otro elemento a destacar son los dos músicos que de vez en cuando y sin venir a cuento, hacen acto de presencia cantando una breve canción explicativa sobre Guan-Di, gag similar que ya emplearon los Hermanos Farrelly en “Algo pasa con Mary”. Y para rematar, Ted Raimi, el hermano pequeño de Sam, interpretando a tres personajes distintos.
Pero no olvidemos que esto es una comedia de terror en la que Campbell debe hacer frente a un monstruo. Por tanto, no pueden faltar las dosis de gore intencionadamente casposo con las que de vez en cuando se nos deleita. Cabezas y otras extremidades rebanadas a golpe de lanza (el arma que emplea el Guan-Di) y chorros de sangre estucando paredes, no podían faltar para darle un poco de vidilla a la historia (no todo iban a ser chistecitos)

Técnicamente, la cinta está bastante bien ambientada y fotografiada, con unos efectos especiales cutrecillos a la vez que simpáticos. La dirección de Campbell es bastante correcta, teniendo en cuenta su corta experiencia tras la cámara; y la poco más de hora y veinte de duración, la hacen una cinta bastante ligera, aunque a ratos parece que se atranque un poco.
El film se ha estrenado de forma limitada en algunos cines estadounidenses, aunque aquí de momento no sabemos ni si llegará al DVD. Al igual que un cómic basado en la propia película y editado por Dark Horse, que tampoco sabemos si será distribuido en otras países y lenguas (aunque yo he podido echarle un ojo, y tampoco es gran cosa)
“My Name Is Bruce” no es una película brillante ni un regreso a lo grande de esta leyenda del cine de bajo presupuesto, pero sí es una simpática propuesta, interesante por su autocrítica y autoparodia, y agradecida en sus intenciones. Campbell y sus diálogos son de lo mejor, quedando la acción en un segundo plano, algo que inevitablemente decepciona si esperamos de ella una especie de “Evil Dead”.
Sirva como aperitivo para los fans, a la espera de que algún día Raimi decida llevar a cabo la tan rumoreada cuarta entrega de su famosa saga (o el remake, que en estos tiempos que corren, no es descartable)