Basada en un juego de rol llamado “Mutant Chronicles”, la cinta de Simon Hunter parece tener un camino difícil hasta las carteleras de los cines, tanto de un lado del charco como del otro. Con, de momento, una distribución limitada en Russia, “The Mutant Chronicles” tiene serias posibilidades de terminar directa al dvd; lugar que, una vez vista la película, reconozco que es el que merece.
En el año 2707 y tras derrotar y sellar bajo tierra a una poderosa raza alienígena invasora, el mundo está controlado por cuatro grandes corporaciones -Mishima, Bauhaus, Imperial y Capitol- que luchan entre sí por los pocos recursos existentes en la Tierra. Durante una de las batallas entre dos de los bandos, se crea un agujero en la tierra y los invasores, unas máquinas que con su tecnología convierten a los humanos en mutantes, vuelven a tener vía libre y sus monstruosas criaturas emergen a la superficie para sembrar el caos y exterminar a lo que queda de raza humana.
Ante tal catástrofe, las corporaciones deciden hacer un frente común y mandar a un pelotón de valientes (y suicidas) soldados para solucionar el problema. Su misión consistirá en adentrarse en lo más profundo de la guarida de los mutantes y una vez allí, siguiendo las instrucciones de un legendario libro profético, destruir la maquinaria alienígena de una vez por todas.
Sin duda, la sinopsis resulta de lo más atractiva para todo amante del género, pero desgraciadamente los resultados no acompañan demasiado.
El mayor problema de este cinta y uno de los principales obstáculos para disfrutarla, es su cutrez visual. Decantándose por una estética tipo “300” o, aún más similar, “Sky Captain y el mundo de mañana” (toda una pionera en esta técnica), Hunter pretende sacarle provecho a su ajustado presupuesto. Sin embargo, el efecto es el contrario, pues los medios tecnológicos con los que cuenta son risibles y por consiguiente, los abundantes (demasiados) efectos digitales que acumula la cinta resultan ser verdaderamente lamentables. Desde lo cantoso de la inclusión de los personajes reales en los fondos digitales, hasta los chapuceros efectos de explosiones, tiroteos y salpicaduras de sangre.
Viendo que los recursos no dan más de sí, el error ha sido explotar demasiado el terreno digital, pudiendo cubrir muchos de esos efectos especiales de manera artesanal, con trucajes fotográficos y demás, que de seguro hubieran dado mejores resultados.
Algo tan simple como los disparos de las ametralladoras o las explosiones, se podría haber resuelto sin el uso del ordenador, pero encaprichado con él, Hunter termina dando a su producto no ya un aspecto a serie B (que un servidor hubiera agradecido sin objeciones) sino más bien a serie Z.
A estos mediocres fx hay que añadirle la torpeza del director en según qué secuencias. Mientras que en los momentos intermedios (diálogos, paseos, tiempos muertos y demás) Hunter se maneja con corrección, realizando incluso travellings y panorámicas atractivas; cuando toca rodar las escenas de acción, éstas se resuelven de forma muy confusa y el espectador apenas distingue lo que está sucediendo ante sus ojos. Y en una película donde estas secuencias son parte primordial para el disfrute del público, resulta nefasto convertirlas en batiburrillos oscuros y espasmódicos.
Tampoco el guión es como para tirar cohetes. La historia es simple y lineal, lo cuál no supone ningún defecto importante para el tipo de entretenimiento que es, pero los personajes son tan planos y esquemáticos que el reparto apenas puede hacer nada para hacerlos más interesantes.
Los puntos a favor para los que gustamos de este tipo de películas, residen sobretodo en su conseguida estética steampunk (aunque luego los efectos la desmerezcan un poco) y en el añadido de los feroces mutantes, unas bestias -correctamente caracterizadas- que en lugar de manos tienen una especie de afiladas cuchillas con las que despedazan a sus víctimas. Cada vez que hacen acto de presencia animan un poco el cotarro, pero como ya he comentado antes, la torpeza en la filmación impide que los ataques sean más disfrutables.
De entre todo el reparto, destacan dos actores que ya han demostrado sobradamente su solvencia en películas de género. Me refiero, por supuesto, a Thomas Jane y a Ron Perlman. Son los únicos (junto a un esporádico Sean Pertwee) que ofrecen unas interpretaciones competentes dadas las circunstancias, mientras que el resto ni fu ni fa. De John Malkovich olvidaros, pues su presencia es más bien anecdótica, limitándose a aparecer en pantalla alrededor de unos 5 minutos.
En resumidas, “The Mutant Chronicles” se queda en un subproducto demasiado mediocre en muchos aspectos (sobretodo en el visual, a excepción de su fotografía) como para dejar huella en un servidor. A su favor tiene que se hace entretenida pese a las citadas carencias, pero el prometedor y potencial argumento que Simon Hunter tenía entre manos merecía mucho más, y explotarlo con tan pocos recursos y tan poca habilidad y gracia, ha jugado muy en su/nuestra contra. Estoy seguro que con un mayor presupuesto y con un guión más pulido, el resultado hubiera mejorado enormemente, aún contando con el mismo director.
Llegue o no a nuestras carteleras, no le auguro mucha aceptación entre el público. Y no, no está destinada a ser una película de culto, como alguien podría llegar a pensar.