viernes, 27 de febrero de 2009

"Ghost Town" (2008) - David Koepp


En nuestro país, seguramente sean muy pocos los que conozcan al cómico Ricky Gervais, pero en el Reino Unido es toda una celebridad gracias a dos exitosas series de televisión: The Office, que tiene su propia versión americana con Steve Carrell a la cabeza, y Extras, que versa sobre un aspirante actor que intenta, sin mucha suerte, convertirse en uno de los grandes de la interpretación.

Habiendo ganado dos Premios Emmy, tres Globos de oro y tres Premios BAFTA, no es de extrañar que Hollywood haya querido tener un cómico de calidad entre sus filas, y después de pequeños papeles en películas como “Noche en el museo” o la magnífica “Stardust”, por fin le ha llegado a Gervais su primer papel protagonista en esta comedia romántica/fantástica del guionista –y a veces director- David Koepp.

"Ghost Town, bautizada aquí con el espantoso título de “¡Me ha caído el muerto!”, trata sobre un dentista antipático y amargado, Bertram Pincus (Ricky Gervais), que tras morir durante unos breves minutos en una rutinaria intervención médica, adquiere la habilidad de ver a los muertos; los cuáles, ante tal milagro, no dudarán lo más mínimo en pedirle ayuda.
Si ya de por sí Pincus es antisocial con los vivos, qué decir de su trato con los muertos… Pues tratará de ignorarlos por completo pese a la insistencia de los mismos a que les ayude a resolver sus cuentas pendientes para poder así encontrar la luz. El más insistente y listo de todos ellos será el arrogante Frank Herlihy (Greg Kinnear), quién a base de chantaje conseguirá que el dentista le preste su ayuda. La misión: evitar que su viuda esposa (Tea Leoni) acabe casándose con un tipo que no le conviene.

A regañadientes, Pincus tratará de romper esa relación, pero por el camino ocurrirán cosas inesperadas que cambiarán su estilo de vida (por si ver a los muertos no fuera ya suficiente cambio)"


Tras casi dos décadas enteras dedicado a los thrillers, al terror y a la ciencia-ficción, Koepp vuelve a la comedia escribiendo y dirigiendo esta particular cinta que mezcla varios géneros sin que estos chirríen o se estorben unos a otros, lo cual ya es todo un logro.

Aunque el componente fantástico –poder ver a los muertos- no sea muy original, el planteamiento en el que se usa por lo menos si resulta atrayente a la par que convincente. Y es que la gran virtud de la cinta radica en construir una comedia romántica con pinceladas de drama pasando por lugares comunes del género y aún así, resultando ser agradable de principio a fin, divertida en ocasiones y emocionalmente intensa en momentos muy puntuales.

Quizás el referente más cercano al film sea la serie “Entre fantasmas”, pero si le quitamos la insoportable ñoñería y la prominente delantera de Jennifer Love Hewitt (eso es lo único que echaremos de menos), y luego la añadimos un poco de humor y una pizca de sentimentalismo, tenemos como resultado Ghost Town. Si además el reparto goza de buena salud interpretativa, la fórmula difícilmente falle, siempre y cuando uno sepa perdonarle esa escasa originalidad y sus inevitables topicazos.

Gervais tiene la oportunidad de demostrar sus aptitudes en un papel hecho a medida, y lo hace sin histrionismos, componiendo un personaje solitario, aburrido de la vida y de la gente, que verá como su rutina diaria da un vuelco de 180º tras cruzar brevemente el umbral que separa el mundo de los vivos del de los muertos. Un tipo afligido que deberá prestar ayuda a un fantasma que le hará la vida imposible si no le echa una mano con su terrenal cuenta pendiente.



Ese fantasma tocapelotas no es otro que el siempre eficiente Greg Kinnear, que vuelve a su habitual papel de arrogante caradura que tan bien suele encarnar. En cierto modo, su personaje es algo así como la mala conciencia de Pincus, y el que sin pretenderlo, le hará empezar a preocuparse por los demás y no sólo por él mismo. De este modo, SPOILER -- ese don de ver a los muertos, que en un principio supone una maldición para el solitario dentista, finalmente se convertirá en ese pequeño empujoncito que el protagonista necesitaba para abandonar su triste y aislada existencia --FIN SPOILER.

Por su parte, Tea Leoni es la mujer a conquistar, papel que cumple con suma corrección y del que poco hay que decir más allá de reflejar a un personaje femenino autosuficiente, con las ideas claras y apasionado por su trabajo.

Jugando con el elemento fantástico, Koepp ofrece situaciones que en otras películas resultarían melodramáticas y que aquí se convierten mayormente en cómicas, apoyándose sobre todo en el buen hacer de la pareja formada por Gervais y Kinnear, y arropándolos con un variopinto grupo de “secundarios fantasmales” que aportan su granito de arena a la simpática trama.

Es de agradecer que la parte romántica, aunque tópica, no resulte empalagosa, y que los pocos momentos dramáticos, aunque bastante ligeros, sean enternecedoras (especialmente si el espectador se ha involucrado en la historia)

Sin ser ninguna genialidad, “Ghost Town” consigue dejar un buen sabor de boca. No se llevará Oscars ni Globos de Oro, ni tampoco arrasará en taquilla (seguramente haga lo contrario, pasar inadvertida), pero es perfecta para pasar la tarde en compañía de una amable historia salpicada de humor, buenos sentimientos y un ajustado toque dramático que aparece sólo cuando toca.

Recomendada para los que no soportan las comedias románticas de Matthew McConaughey ni las payasadas de Rob Schneider, Will Ferrell y compañía.


Valoración personal:

miércoles, 18 de febrero de 2009

"El Bunker" (2007) – Steve Barker


Quién más quién menos ha oído alguna vez hablar sobre el rumor, fundado o infundado, que relacionaba el Imperio Nazi con el ocultismo. Aunque algunos expertos en el tema apuntan a que el Führer sentía cierto interés por el paganismo y lo oculto, rara vez se ha podido demostrar que ese interés fuera más allá de la simple afición.

De todas formas, esa leyenda urbana siempre ha alimentado, aún más si cabe, la tenebrosidad en la persona del dictador alemán, y en más de una ocasión eso se ha aprovechado en el cine para dar lugar a películas como, por ejemplo, “En busca del arca perdida”, clásico del cine de aventuras en el que los nazis andaban tras el legendario Santo Grial.


"La producción que nos ocupa toma parte de esa leyenda para conformar una película de terror claustrofóbica en la que un grupo de mercenarios son contratados por un misterioso individuo con el fin de recuperar “algo” importante para el susodicho. La misión, considerada de alto secreto, les conduce a un viejo bunker abandonado, lugar en el que realizarán descubrimientos espeluznantes. Los hallazgos producen inquietud en los soldados, lo que unido a extrañas visiones, pondrá a prueba sus nervios de acero. Poco a poco, la sensación de estar al acecho de lo desconocido calará entre los miembros del grupo, y la peligrosidad de la misión irá en aumento."


Outpost
, bautizada en España bajo el título de “El bunker”, es el debut en la dirección de Steve Barker, quién aprovechando el citado misticismo nazi, conforma una cinta de terror bajo el esquema básico de: grupo de personas recogidas en un lugar reducido al acecho de un peligro mortal. No confundir con otra cinta también inglesa y de mismo título español –el original es The Bunker- dirigida por un tal Rob Green y que cuenta con argumento bastante similar, aunque desarrollando la historia en 1944 y no en la actualidad, como es el caso, y teniendo al ejército alemán como los amenazados y no la amenaza.

Centrándonos en la cinta de Barker, cabe destacar algunas de sus mayores virtudes. Entre ellas está una conseguida ambientación, desde los exteriores (pocos, eso sí) hasta los interiores del túnel, en los cuáles se aprovecha en todo momento el juego de claroscuros que el emplazamiento ofrece para darle un aspecto tétrico y malsano al lugar.

El enemigo a batir también está bastante bien caracterizado, y aunque nunca apreciemos con claridad su aspecto, el director maneja con suficiente efectividad esas elipsis, haciendo de los “zombies” nazis un siniestro adversario que con su sola presencia ya insufla terror.


Los personajes no puede evitar caer en estereotipos habituales del género, si bien hay que decir que algunos de ellos tienen cierta personalidad y eso ayuda a tener algo de interés por ellos, aunque ya sabemos de ante mano que uno a otro irán cayendo como moscas, con lo cual no es difícil saber quiénes serán los primeros en palmarla y quiénes los últimos.

Haciendo hincapié en los fallos de la cinta, tendríamos, por un lado, un guión un tanto flojo al que le cuesta desarrollarse y que tiene agujeros argumentales que el espectador no termina de comprender. Además del toque sobrenatural, hay una parte más o menos científica que pretende pasar por seria y culta, haciendo referencia a la Teoría del campo unificado de Einstein, pero poco o nada se explica con suficiente convicción para darle peso a ese fundamento. De modo que el tema científico en cuestión termina siendo un lastre para meterse de lleno en la historia.

Como ya habréis deducido, en el bunker se realizaban experimentos científicos con los que Adolf Hitler pretendía vencer a sus enemigos y someterlos a su antojo. Uno de los objetivos era crear a unos supersoldados, tarea que lograron llevar a cabo pero que obviamente no consiguieron controlar. Y ahora es el grupo de mercenario el que sufrirá las graves consecuencias de jugar a ser Dios.

En este punto, tenemos a esa especie de zombies nazis, creados con un único fin: destruir al enemigo. Sus características físicas y de comportamiento difieren un tanto de los zombies habituales. Un aspecto más cadavérico y menos putrefacto, y cierta racionalidad (no es que piensan y tengan juicio, pero sí son conscientes de lo que son y para lo que fueron creados, no dudando ningún momento en cumplir su misión a rajatabla)

Teniendo semejante enemigo enfrente, es una lástima que guionista y director se entretengan tanto por el camino, perdiendo parte del suspense hacia mitad de la película y dejando casi toda la acción para el final (que tampoco es como para tirar cohetes). Ahí es donde pierde bastante como película de terror, y pese a no aburrir dada su escasa duración (apenas hora y media), no termina de satisfacer por completo aún con tan buenos alicientes como pueden ser un bunker plagado de espectrales zombies nazis (lo de espectrales lo entenderéis cuando hayas visto la película)


Al igual que otras propuestas en las que se mezcla la temática bélica (o militar a secas) con lo sobrenatural, como pueden ser las interesantes pero no redondas “Deathwatch” o “Below”, Outpost no termina de jugar bien sus bazas, quedándose en una cinta meramente entretenida que no pasará a la historia del género (probablemente tampoco lo pretendiese)

Por cierto, que este año es probable que tengamos más ración de zombies nazis, con dos propuestas tan prometedores como la noruega “Dead Snow” y la holandesa “Worst Case Scenario”.


Valoración personal:

lunes, 9 de febrero de 2009

“Feast II: Sloppy Seconds” (2008) – John Gulager


En el 2005, el debutante John Gulager dirigía “Feast”, una delirante y sumamente gratificante cinta de terror/comedia producida por Matt Damon, Ben Affleck y Wes Craven. En ella, un grupo de personas eran acechadas, en el interior de un bar de carretera, por unas monstruosas criaturas hambrientas de carne humana. Su desvergüenza, su humor negro, sus dosificadas dosis de gore y un apañado montaje dieron como resultado una de esas simpáticas producciones de bajo presupuesto que de vez en cuando nos alegra la tarde-noche gracias a sus pocas pretensiones pero eficaces resultados. La película, no obstante, tardó como cuatro años en llegar a nuestros videoclubs, algo imperdonable teniendo en cuenta los infectos subproductos que llenan las estanterías de estos lugares ya en peligro de extinción. Justo estos cuatro años es lo que ha tardado en aparecer su secuela, ““Feast II: Sloppy Seconds”, aunque en este caso su distribución en España la considero del todo innecesaria.

Como reza el dicho cinéfilo, ”segundas partes nunca fueron buenas”, o como sucede en la mayoría de casos, son inferiores a sus predecesoras (salvo honrosas excepciones). Pero lo que han hecho Gulager y sus guionistas con esta secuela no tiene perdón…


La historia de esta segunda entrega se desarrolla inmediatamente después de lo ocurrido en su predecesora, con algunos de sus supervivientes haciendo frente de nuevo a las terribles criaturas. Esta vez, los bichejos atacan un pueblo cercano sin apenas dejar títere con cabeza. Los pocos que sobreviven al violento ataque hacen frente común a la amenaza, ocultándose en los edificios y tratando de acceder a la comisaría, el único lugar lo suficientemente seguro para refugiarse a la espera de que venga la caballería. Acceder al edificio será mucho más complicado de lo que aparentaba en un primer momento.


Los responsables de la sorprendente “Feast” han echado por tierra lo que consiguieron con aquella cinta, elaborando, esta vez, una absurda y repugnante continuación que no tiene ni pies ni cabeza. No sólo reaparecen personajes que dábamos por muertos en la primera entrega, algo que personalmente me molesta pero que puedo pasar por alto, sino que convierten el film en un compendio de escenas gores y rematadamente absurdas de las que es imposible disfrutar sin un mínimo de coherencia argumental o sentido común.

Creyendo que triplicando la cantidad de sangre y humor desfasado conseguirían una mejor película, lo único que Gulager y sus guionistas han conseguido es hacer un verdadero despropósito que se cae por su propio peso.
Acciones y reacciones de los personajes -a cuál más idiota- sin ton ni son. Gags pretendidamente graciosos que dan vergüenza ajena de lo lamentables que resultan, momentos supuestamente oníricos que no viene a cuento, y secuencias en las que los vómitos y otros fluidos corporales son los reyes de la función, hacen de “Feast II: Sloppy Seconds” una de las películas más infumables/repulsivas que he tenido la desgracia –por voluntad propia- de presenciar. Cualquier esperanza de que esta segunda parte conservara un mínimo del encanto de la primera, se desvanece por completo a la media hora de metraje. A partir de ahí, la película va de mal en peor, hasta que llega un punto en que se hace realmente inaguantable.


Al desarrollarse casi toda la acción de día, la caracterización de los monstruos se nos antoja bastante cutre, algo que en la primera parte se resolvía jugando con la oscuridad, las sombras y mucho movimiento de cámara. De todas maneras, ese es el menor de sus problemas, ya que la cutrez no es impedimento para disfrutar de una película, siempre y cuando lo demás tenga suficiente peso para hacer el visionado, por lo menos, entretenido. Desgraciadamente este no es el caso, y el cúmulo de despropósitos de los que hace gala esta secuela no deja tregua al espectador, que contempla atónito como pretenden atraer su atención a base litros de sangre y disparates a granel.

Podría malgastar más tiempo, espacio y palabras en reseñar este subproducto, pero creo que ya ha quedado bien clara la decepción/indignación que un humilde servidor ha sufrido con este abominable engendro. A los lectores habituales suelo puedo aconsejarles que, si confían un mínimo en mi criterio personal, se mantengan bien lejos de “esto”, aunque son libres de comprobar su “calidad” con sus propios ojos.

Después de esta desagradable experiencia, a mí ya se me han quitado las ganas de ver “Feast 3: The Happy Finish”, la tercera entrega de la saga y que en breve llegará a los videoclubs yanquis. Mucho tendrá que convencerme el trailer para darle una oportunidad.



Valoración personal:

martes, 3 de febrero de 2009

"Sheena, reina de la selva" (1984) - John Guillermin


Sheena fue un personaje creado a finales de los años 30 (concretamente, en 1937, si no estoy mal informado) por Jerry Iger y Will Eisner, éste último creador, un tiempo más tarde, del detective enmascarado Danny Colt, es decir, The Spirit, que recientemente ha sido violado… perdón, adaptado a la gran pantalla por el dibujante y guionista de cómics Frank Miller (300, Sin City). Dicho personaje nació durante la conocida Edad de Oro de los Comic Books, siendo posteriormente importada a EE.UU. en formato pulp.

Sheena fue concebida como una especie de Tarzán en versión femenina, aunque en vez de ser criada por monos, en su caso fue adoptada por una tribu aborigen de la selva africana.
Su origen conoció distintas versiones: en la primera, a principios de los años 40, su padre fue un explorador asesinado por un brujo nativo que terminó criando a la pequeña. En la segunda versión, ya en los 50, sus padres eran unos misioneros que murieron durante una expedición y fue una hechicera quién la educó y le enseñó a comunicarse con los animales de la selva, su nuevo hogar. Precisamente es esta segunda versión la que toma prestada esta primera adaptación en formato largometraje de este sugerente personaje.


"Tras la muerte de sus padres durante un safari, una pequeña niña de dorada cabellera es adoptada y criada por una tribu africana, siendo la hechicera de la misma quién la eduque y le transmita sus poderes. Según la leyenda, esta niña se convertirá en Sheena, la reina de la selva, que velará por el bien de la tribu y de las tierras en las que viven.

Cuando un ambicioso y malvado príncipe africano mate a su hermano, el rey, robándole el trono, Sheena verá como su gente correrá un grave peligro, pues sus planes no son otros que realizar una ilegal explotación minera a tenor de la riqueza en titanio de la zona.
Además de sus poderes telepáticos, con los que puede comunicarse con los animales, Sheena contará con la ayuda de un valiente reportero de televisión, Vic Casey (Ted Wass), con el que intentará frenar los planes del tirano príncipe."


La primera adaptación en carne y hueso que conoció la creación de Iger y Eisner fue para la pequeña pantalla en el año 1955, bajo el título de “Sheena: Queen of the Jungle”, con una voluptuosa y desconocida Irish McCalla como la bella Sheena. La serie tan sólo duró una temporada y no fue hasta los 80 cuando el personaje volvió a ser rescatado para realizarse un largometraje para la gran pantalla (incluso tuvo un versión made in Bollywood bajo el nombre de “Sheela”)

La dirección corrió a cargo de un John Guillermin en el ocaso de su carrera, algo que se nota viendo la baja calidad del producto. Este director fue, antaño, responsable de títulos tan destacables como la magnífica “El coloso en llamas” o “Muerte en el Nilo”, considerada ésta última una de las mejores adaptaciones de una novela de Agatha Christie. Entre los 60 y 70, Guillermin nos dejó cintas bastante decentes, aunque también fue responsable del fallido primer remake de King Kong a mediados de los 70 y de una posterior secuela en los 80, uno de sus últimos trabajos.

Para el papel protagonista se escogió a la bellísima Tanya Roberts, cuyo rostro empezó a ser conocido por ser una de los Ángeles de Charlie en su última temporada. Probablemente algunos la recordéis por ser la escultural pelirroja que acompañaba a Marc Singer (V, los visitantes) en la simpática “El señor de las bestias” o por ser chica Bond en “Panorama para matar”, la última película de Roger Moore como el agente 007.
Obviamente, la elección de Roberts fue tomada por su indiscutible atractivo físico, más que por sus aptitudes como actriz (bastante discutibles, para que engañarnos)


En la película el origen de Sheena es contado en los primeros 15-20 minutos, para posteriormente ir presentando al resto de personajes e iniciar la que será la trama de la película. La historia, en cierto modo, no está mal, aunque el hecho de estirarla a las casi dos horas de duración no le hace ningún favor.

Ted Wass, que quizás os suene por ser el padre de Blossom (siempre odié esa serie), es el protagonista masculino y en quién, junto a su compañero de aventuras, recae el ligero toque de humor de la cinta. Su interpretación es correcta, salvo cuando le toca conquistar a la chica de la película. Ahí es donde el guión y las interpretaciones chirrían más de la cuenta, dando lugar a una historia romántica de telenovela barata, con diálogos banales, dolorosas sobreactuaciones y una ñoñería casi inaguantable.

Tema amoroso a parte, si en algo destaca la película de Guillermin es por sus paisajes africanos, la fauna del lugar y los atributos de Tanya Roberts. Atributos que el director no duda en explotar con un par de escenas en las que Sheena aparece tal como su madre la trajo al mundo… para deleite de nuestros ojos (y qué cuerpo señores, qué cuerpo!)


Sheena, reina de la selva” es una película de aventuras, pero en ese aspecto es bastante pobre. Las escenas más trepidantes no se pueden calificar con ese adjetivo, siendo más bien insípidas y, por tanto, muy poco satisfactorias. Tampoco los malos de turno inspiran demasiado temor, con lo cual pocos alicientes nos quedan para disfrutar del film, aparte de contemplar a la escultural Roberts (¿se nota que me gusta?). Eso sin contar alguna que otra escena en la que la salvaje rubia corre a lomos de una cebra, pareciéndose más bien a un spot televisivo para anunciar algún champú o perfume.



La banda sonora es más bien poco apreciable, salvo por el tema principal, que se va repitiendo en varias ocasiones a lo largo de la película y que recuerda sobremanera al “Carros de fuego” de Vangelis.

Después de lo dicho, muchos dudareis en acercaros a esta cinta. Ya digo que su calidad es paupérrima, aunque no deja de ser entretenida para pasar la tarde, si no se tiene una mejor opción a mano. Por supuesto, la presencia de Tanya Roberts y sus desnudos gratuitos son la más destacable de esta fallida adaptación, que en el año 2000 contó de nuevo con una versión televisiva protagonizada por la ex viligante de la playa Gena Lee Nolin, y que desgraciadamente, no mejoraba lo más mínimo respecto a ésta.

En la actualidad, está en proyecto un nuevo traslado a la gran pantalla con un guión a cargo de Steven E. De Souza, guionista capaz de lo mejor (La Jungla de Cristal) y de lo peor (Street Fighter, la última batalla), con lo cual es difícil saber si por fin este personaje pulp tendrá una adaptación como Dios manda o será otro olvidable intento. Crucemos los dedos para que suceda lo primero y, sobre todo, para que no la dirija Frank Miller.


Valoración personal:

domingo, 1 de febrero de 2009

"El curioso caso de Benjamin Button" (2008) - David Fincher


Lo último del siempre interesante David Fincher, es una de las cintas más esperadas del 2009 y una de las firmes candidatas a llevarse alguna que otra estatuilla en los Oscars. A mi modo de ver, esto es, en parte, una especie de compensación por ningunear su anterior obra, la notable “Zodiac”, en los Oscars del pasado año.

Las expectativas con su nuevo trabajo están bastante altas, tanto por su inusual historia (un hombre que nace viejo y rejuvenece a medida que se hace adulto) como por su reparto, que vuelve a unir a Brad Pitt y Cate Blanchett tras la aclamada “Babel”.

Estas expectativas pueden verse cumplidas, como en el caso de muchos espectadores que ya han podido disfrutar de ella, o verse transformadas en una ligera decepción, como ha sido mi caso. Pero vayamos por partes.

La historia se basa en una relato corto de F. Scott Fitzgerald y trata sobre un hombre, Benjamin Button (Pitt), que nace con el envejecido aspecto de un señor de 80 años (aquejado de las mismas dolencias que se puedan tener a esa edad como ceguera y/o sordera, artrosis, etc.) y que va rejuveneciendo a medida que pasan los años.

Abandonado por su padre nada más nacer, Button es criado en un asilo de ancianos, haciendo amistad con los residentes e intentando tener una vida lo más normal posible, dentro de las circunstancias. Y es que salvo la particularidad de su extraña enfermedad, su vida será como la de cualquier otro hombre de la época, conociendo a distintas personas a lo largo de los años, entablando inolvidables amistades, viviendo amores y desamores, y participando de un modo u otro en la II Guerra Mundial.

Daisy (Blanchett), su primer amor des de bien pequeño, será el eje sobre el cuál gire su vida y la que en parte, marque su destino y su forma de vivir.


Basándose en un relato corto, quizás algunos se pregunten si realmente la historia da para las casi tres horas que dura la película. Pues la respuesta es sí, ya que contar los 80 años de vida de un hombre es algo que difícilmente se pueda hacer en mucho menos tiempo. Por suerte para los menos pacientes, la narración que imprime Fincher es bastante ágil, de modo que esas dos horas y cuarenta y cinco minutos no nos parecen tanto. Aunque eso no evita que haya ciertos altibajos, especialmente pasada la primera hora.

La particular enfermedad de Benjamin Button es sin duda uno de los mayores atractivos de la cinta, aunque llega un momento en que ese aspecto distintivo no es más que una característica añadida –y el gran hándicap- al verdadero centro de la trama: la imposible historia de amor entre su personaje y el de Daisy. Y es que a parte de ese elemento fantástico, lo que tenemos delante es un drama romántico en toda regla.


Mucho se ha hablado de las similitudes que guarda “The Curious Case of Benjamin Button" con “Forrest Gump, y no es para menos, teniendo en cuenta que el responsable del libreto es Eric Roth, guionista de la magnífica cinta de Zemeckis. De todas formas, esos parecidos son puntuales, quizás debido a una pequeña falta de imaginación del autor, a un autoplagio inconsciente o quién sabe, puede que a un ligero homenaje con serias intenciones de conseguir el mismo éxito cara a la taquilla y a la crítica. Pero lo que sí es cierto, es que esas similitudes son tan triviales que poco importan, puesto que el film de Fincher tiene su propia complejidad y su propia esencia, incomparables a ninguna otra cinta que un servidor haya visto. También bebe un poco de Big Fish de Burton, por lo menos en lo que se refiere al modo de contar la historia (a través de un familiar moribundo, voz en off e intercalando pasado y presente a base de flashbacks)

Considero que la historia, en todos sus aspectos, es francamente buena, desde el elemento puramente fantástico hasta la relación amorosa de los protagonistas.
Ponerse en la piel de Button es algo difícil, pues ver como las personas que comparten tu vida envejecen y mueren mientras tu les dices adiós haciendo exactamente lo contrario, tiene que ser algo muy duro. Y las complicaciones que contrae a la hora de mantener una relación de pareja estable, ya debe ser el colmo. Y es ahí, en parte, dónde residen tanto virtudes como defectos.

Por un lado, hay un interés máximo en ver cómo va rejuveneciendo Button, cómo se adapta a esos cambios y de qué manera estos afectan a su vida diaria, y sobre todo, a su relación con Daisy. Lo malo, y eso es algo muy subjetivo que seguramente otros no compartan, es que le falta cierta emotividad (que no sentimentalismo lacrimógeno, no confundamos) para que esa historia nos llegue al alma. Aún después de su visionado, sigo sin saber qué es exactamente lo que le falta a la película de Fincher, pero pese a gustarme lo que he visto, apenas me ha emocionado/conmovido como sí lo han hechos otras películas mucho más sencillas que ésta. Conmigo, ese ha sido su mayor problema y el motivo por el que me cuesta mucho tildarla de “obra maestra” -palabras mayores que concedo a muy pocas películas-, como muchos otros sí han hecho (cuestión de gustos, supongo)

En el apartado técnico, una merecedora ovación a Digital Domain, los responsables de los efectos especiales, y por tanto, de hacer creíble un joven Benjamin Button con aspecto de 80, y a la inversa. Después de su imperceptible e increíble trabajo en “Zodiac” (aunque no lo creáis, hay escenas casi completamente digitales, y lo mejor es que no nos damos ni cuenta), vuelven a repetir con Fincher para digitalizar por completo el rostro de Brad Pitt y trasladarlo al menudito cuerpo de otro actor que representa a Button.
El resultado es impecable, tanto que más bien parece maquillaje + trucaje infográfico. Por tanto, el viejo Benjamin Button del principio y el joven del final son, de cuello para arriba, digitales. Así que además del trabajo de captura de movimiento, la interpretación de Pitt queda reducida a toda la fase intermedia, dónde sí aparece convenientemente maquillado como un hombre ya mayor, y sin maquillaje, cuando aparece tal cual es en realidad (un atractivo y bien conservado hombre de más de 40 años)


La ambientación está también muy conseguida, desde lo que acontece en Nueva Orleans hasta lo relacionado con la parte más bélica y aventurera de la trama. La banda sonora es agradable, aunque no muy destacable, pues tampoco se usa para dar mayor énfasis a las imágenes sino simplemente para acompañarlas.

Respecto a las interpretaciones, Brad Pitt está simplemente correcto, pero lejos de sus mejores registros (su nominación al Oscar me parece exagerada, pudiendo estar en su lugar Di Caprio por “Revolutionary Road”). De hecho, en algunos momentos se me antoja demasiado frío e incluso insensible. Todo lo contrario a Cate Blanchett, que está de sobresaliente de principio a fin. Ambos se ven acompañados por un solvente reparto de secundarios: Jason Fleminng, Julia Ormond, Taraji P. Henson o incluso Elias Koteas en un papel menor.

En resumen, “El curioso caso de Benjamin Button” es una interesante y meritoria película que tiene todo de su parte (buen director, buen reparto e inmejorable historia) para encandilar a muchos espectadores, aunque de seguro aburrirá a otros tantos. A un tercer grupo, del que inevitablemente formo parte, les gustará pero no les maravillará (¿ausencia de empatía con los personajes?, ¿expectativas traicioneras?... a saber)


Olvidad las críticas más y menos entusiastas. Vedla y juzgad por vosotros mismos.


Valoración personal: