sábado, 31 de marzo de 2012

"[REC] 3: Génesis" (2012) – Paco Plaza

Crítica [REC] 3: Génesis (2012) Paco Plaza
Quién se lo iba a decir a Jaume Balagueró y a Placo Plaza que lo que empezó como un proyecto de tránsito y de discretas aspiraciones se acabaría convirtiendo en toda una franquicia taquillera que contaría con legiones de fans.

“[REC]” vino al mundo con un presupuesto de millón y medio y con la idea de ofrecer al público patrio una alternativa al popular -y cada vez más desgastado- terror americano y al más bien marginal terror español. Tras su primera colaboración en la alimenticia “OT: la película” (no es fácil abrirse paso en esta industria, así que no creo que a estas alturas alguien se lo reproche), Balagueró y Plazo volvieron a unir fuerzas para llevar a cabo una cinta de terror muy en la línea de la moda zombie-infectados imperante por aquél momento, pero intentando darle un enfoque -tanto visual como argumental- distinto. La particularidad de su propuesta residía básicamente en el modo de filmarse, empleando la conocida técnica de la cámara en mano a modo de “falso documental” o “found-footage”, con el operador de la misma ejerciendo como un personaje más de la película; y el fijarse toda la acción de la trama en un espacio único: un edificio de viviendas del centro de Barcelona. ¿Objetivo? Buscar un mayor grado de realismo y credibilidad para con la historia e implicar al máximo al espectador en ella. ¿Lo consiguieron? Teniendo en cuenta las críticas de prensa y público y el dinero recaudado, la respuesta es “Sí”.

Sus responsables no inventaron nada nuevo respecto al formato. La ochentera –y de culto- “Holocausto Canibal” fue una de las precursoras, y desde entonces no han dejado de producirse, de forma más o menos intermitente, cintas apegadas a un estilo similar. Ahora bien, lo que sí consiguieron Balagueró y Plaza es revivir su popularidad y su efectividad en taquilla, algo que no ocurría desde finales de los noventa con la exitosa “The Blair Witch Project”. Es más, aunque ya hubo producciones de corte similar durante esa franja de tiempo previa (entre 1999 y 2007), podríamos decir que fue este filme español el que puso la técnica nuevamente de moda, y de ahí que en estos últimos años nos hayan inundado con películas como “Paranormal Activity” (y sus secuelas), “Cloverfield”, “The Last Exorcism”, “District 9”, la noruega ”Troll Hunter”, “Apollo 18” (producción americana dirigida por un español), “Grave Encounters” o más recientemente “The Devil Inside”. Incluso la televisión, por medio de Oren Peli (creador de la citada Paranormal Activity), no ha desaprovechado la oportunidad de subirse al carro con “The River” (a un paso de ser cancelada, eso sí).

Tal como se puede comprobar, el terror es el género más propicio a sumergirse en el “found-footage” debido, quizás, a que permite intensificar la sensación de tensión, angustia y/o claustrofobia que le son tan propias, logrando así una mayor empatía en el espectador, haciendo que el horror se sienta mucho más cercano y veraz.

La repercusión que tuvo “[REC]” tanto a nivel nacional (al éxito mentado en taquilla hay que añadir también sus galardones en el Festival de Sitges y en los Goya) como internacional hizo que en Hollywood se ganara un remake que, en opinión de quienes se tomaron la molestia de verlo, no era más que un calco plano por plano de la española. Pero además, nuestra industria, falta de éxitos de este calibre (aquél fue uno de sus mejores años gracias a la susodicha y a “El Orfanato” de J.A. Bayona) no ha querido desaprovechar la oportunidad de generar una franquicia y así exprimir la idea todo lo posible. Así es como dos años más tarde vio la luz “[REC] 2”, que daba más de lo mismo pero con ligeras aportaciones y ofreciendo respuestas al consabido tema de la infección; respuestas que no fueron recibidas por todo el mundo con el mismo grado de entusiasmo.


Dicha secuela fue otro éxito, y aunque parecía que la saga no continuaría (ambos directores dejaron bien claro que aquella sería la última REC), lo cierto es que Filmax no tardó mucho en anunciar dos entregas más (poderoso es donde dinero…). Ahora bien, esta vez Plaza y Balagueró decidieron dividir fuerzas y centrarse cada uno en solitario en una película. Y es ahora Paco Plaza quién nos trae “[REC] 3: Génesis”.

Esta tercera entrega transcurre en el marco de una boda, con la pareja de novios, Clara (Leticia Dolera) y Koldo (Diego Martín), como principales protagonistas del infierno zombie que se desatará en horas posteriores al enlace. En esta ocasión, son los amigos, familiares e invitados varios, junto al personal a cargo del evento, quienes sucumben a la infección y convierten lo que debería haber sido un alegre día de celebración en una auténtica pesadilla.

La película empieza mostrándonos a Clara y a Koldo antes de contraer matrimonio. Ambos se preparan para el día más feliz de sus vidas, pero no saben la que les espera…

En principio, todo transcurre con normalidad. Los invitados van llegando a la iglesia con sus mejores galas. Es un momento para el reencuentro y las felicitaciones.

En ese preciso instante, director y guionista ya nos indican cómo -o por culpa de quién- va a iniciarse el desastre que tendrá lugar horas más tarde. Además, la pista que nos ofrecen conecta la historia directamente con la primera película y nos pone sobreaviso: no estamos, ni mucho menos, ante una precuela. Primera sorpresa: SPOILER-- la historia transcurre de forma paralela a sus predecesoras, tal como podremos comprobar gracias a la retransmisión televisiva que ofrece un telediario --FIN SPOILER

Tras la boda propiamente dicha y el convite, empieza la fiesta y el baile con la música y el alcohol adueñándose del acto. Y todo son risas y jolgorio hasta que estalla el pánico... La desorientación es tal que nadie sabe qué hacer ni hacia dónde ir. La infección se extiende a la velocidad del rayo y los invitados huyen despavoridos hacia todas partes.


Hasta ese punto, en el que todo resulta muy natural, tal como sería una boda real (ojito al curioso detalle inicial del Dvd nupcial), el director ha mantenido la seña de identidad de la saga, es decir, la cámara en mano. Para ello ha utilizado a los personajes de Atún, un cámara profesional contratado para la ocasión (“un puntito cinema verité, muy canalla, muy online”), y Adrián (Alex Monner), el primo de Koldo. Sin embargo, cuando la infección no ha hecho más que empezar, Plaza rompe -literal y figuradamente- con la cámara en mano y se lanza al formato tradicional, lo que le permite manejarse por el escenario con mucha más libertad creativa. De este modo, también divide la narración en dos focos (Clara por un lado y Koldo por el otro) sin necesidad de excusarse con dos personajes filmando en escena. Y cuando lo necesita, también recurre a las cámaras de seguridad para enfatizar la tragedia.

Pero ésta no es la única diferencia remarcable respecto a las anteriores entregas, ya que también se rompe con el tono serio de aquellas y se afronta esta tercera parte con un toque mucho más gamberro y delirante. Si “[REC] 2” era a “[REC]” lo que “Aliens, el regreso” (acción+terror) era a “Alien, el octavo pasajero” (suspense+terror), podríamos decir que “[REC]3” es a la saga REC lo que “El ejército de las tinieblas” de Sam Raimi era a “Posesión Infernal”, ampliando el escenario, creando su propio personaje emblemático (Clara) en claro guiño al Ash de Bruce Campbell (¡esa sierra!) e incrustando un espíritu de aventura terrorífica y cómica que no se vio en las anteriores películas.

Plaza toma como referente el cine ochentero de Raimi, Peter Jackson y cía para montarse su propio festín gore y descacharrante, en donde incluso asoma, sin pudor alguno, la autoparodia (véase Atún, personaje sublime y, francamente, poco aprovechado).

Desde el primer ataque de infectados/poseídos, Clara y Koldo quedan separados, huyendo cada uno por su lado y esperando que el otro esté a salvo. Así pues, la trama se construye alrededor de ellos dos y de la odisea que viven con tal de poder reencontrarse y conseguir huir juntos de esta pesadilla.

Quizás se siente un poco precipitado (aún dentro de lo justificado que resulta dadas las circunstancias) el cambio radical de dulce novia a vengadora destroza-zombies que se produce en Clara, así como forzadas ciertas licencias narrativas (reducir la velocidad de los zombies según convenga) que el director se permite para poder regodearse en lo trágico y/o romántico de algunas secuencias. De todos modos, esas licencias, que resienten un poco el resultado global de la cinta (junto a algún que otro bajón de ritmo), no impiden que el espectador disfrute sin complejos del show que el director se ha montado. Un show en donde el amor juega una baza muy importante, pues no olvidemos que la historia se enmarca en una boda y que nuestros protagonistas son una joven y entusiasta pareja de enamorados, lo que da pie a momentos muy cursis pero, a la vez, muy necesarios para seguir jugando con el tono tragicómico y canalla que Plaza le otorga.

El director no afloja en los momentos de tensión o crudeza dramática, pues hay unos cuantos, pero en la mayoría de ocasiones predomina el cachondeo puro y duro aderezado con una buena dosis de violencia extrema muy socarronamente gore. Momentos como SPOILER-- el del Turmix --FIN SPOILER o el de Clara/Leticia a “motoserrazo” limpio contra una horda de zombies en medio de un oscuro y húmedo túnel, son muestra fehaciente de ello (amén del desenlace final).


La película se siente muy autóctona, no sólo por el tipo de personajes -fiel reflejo cañí- que maneja o el conjunto de canciones rock que amenizan la velada (destacando, por encima de todas y en un momento cumbre, el mítico tema “Eloise” de Tino Casal) sino también por las referencias y el contexto mismo de la historia, con un protagonista masculino que deviene en un improvisado Sant Jordi (con fiel escudero y todo, el “mexicano independentista”) en busca de su amada Princesa; o por esa puyita, con mucha sorna, que dejan caer sobre cierta institución de nuestro país que puede resultar tan o más repulsiva que un muerto viviente (no daré el nombre para no estropear la coña).

De entre tantos gags, algunos funcionan mejor (el animador infantil no tiene desperdicio) que otros, ya que en ocasiones se rebasa la fina línea que separa lo divertido de lo ridículo (la última charla entre Clara y su amiga francesa). Sin embargo, lo importante es acudir a la sala de cine concienciado de lo que se va a ver: una comedia de terror muy cachonda y muy canalla, y no una peli de terror con ligeros toques de humor negro (que, para qué negarlo, es lo que servidor esperaba encontrarse). Se trata de algo totalmente distinto a lo que hasta ahora nos había ofrecido la saga, así que el espectador común debe cambiar el chip. A los fans de la franquicia no les importará este cambio de rumbo e incluso lo celebrarán, pues serán ellos quiénes, seguramente, más disfruten de esta gamberrada.

Mientras esperamos a que Balagueró ponga punto y final a la saga con su “[REC] 4: Apocalipsis” (que promete recuperar el tono de sus orígenes), tenemos en nuestra cartelera la que puede ser la boda más salvaje y sangrienta a la que seguramente hayamos asistido jamás. Y no hace falta ser pariente de ninguno de los novios para colarse en la fiesta.

P.D.: Clara, la novia con motosierra, está destinada a convertirse en todo un icono del género. Y si no, al tiempo.



Valoración personal:

viernes, 30 de marzo de 2012

Mo Caró, un cartel de cine a precio "low cost"

Mo Caró
El elevado coste de la realización de un cartel de promoción para una película impide muchas veces la buena promoción de la cinta, ya que son realizados por principiantes e incluso por el mismo equipo de la producción, llevándoles a una cinta sin envoltorio de calidad y siendo así difícil su difusión comercial.

Mo Caró, Ilustrador y diseñador gráfico especializado en el mundo cinematográfico, es el único estudio en España actualmente que ofrece sus servicios al cine emergente e independiente con poco presupuesto, dándoles el apoyo profesional necesario para sus producciones, ya sean cortometrajes, documentales o largometrajes. Muchos son ya los que han visto sus producciones con un bonito cartel para su promoción, profesional y de calidad, gracias a la labor de Mo Caró.

En su voluntad por apoyar el cine y a los realizadores emergentes en época de crisis y su implicación para que nuestro cine sea mejor día a día , le llevó hace unos meses a un acuerdo con KIFUND (plataforma de Film crowdfunding) premiando con un cartel totalmente gratis a los proyectos que consigan el 100% del objetivo de financiación que buscan en el portal.

La aceptación de una iniciativa de estas características puesta en marcha por un profesional en la red ha sido tal, que actualmente esta concluyendo tratos con festivales, entidades y diversos profesionales del sector.

Actualmente se encuentra trabajando con:

ASTURIAS FANTERROR, para la elaboración de carteles para su estrategia de promoción.

Antonio Busquets, Director/Editor de Flash Back, y Director de contenidos de THE DREAMERS (http://dreamers.com/), quién está interesado en promover una exposición de sus obras.

TYRANNOSAURUS ENTERTAINMENT, de Marc Gras y Jose Miguel Rodriguez, con la que ha estrechado lazos de colaboración recientemente. Colaboración que ya ha dado fruto aportando 2 Teasers Posters para la producción de “CLASS OF NUKE´EM HIGH PART IV”, mítica saga Americana de culto de la productora TROMA creada en 1986, y la realización de 2 ilustraciones para las portadas de dos esperados libros de la editorial de la misma compañía.

Entre sus colaboraciones también destaca la realizada para la productora PARITORIO DE FICCIÓN perteneciente a Juanjo Múgica, actor y guionista, que fue de los primeros en ligar lazos amistosos con Mo Caró y la colaboración que de algún modo hizo que Mo Caró decidiera implicarse con el nuevo cine español.

Todos aquellos que se adentran en el mundo del cine realizando sus primeras producciones, cine independiente o producciones de presupuesto más que ajustado, ya pueden tener un cartel de calidad a un precio acorde a la producción y con una calidad y creatividad destacable.

Podéis echar un vistazo a su web en el siguiente enlace: http://www.mocaro.tk/

sábado, 24 de marzo de 2012

“Blancanieves (Mirror, Mirror)” (2012) – Tarsem Singh

Crítica Blancanieves (Mirror, Mirror) 2012 Tarsem Singh
Después del rotundo éxito de “Alicia en el País de las Maravillas” de Tim Burton (la novena película más taquillera del mundo, ahí es nada), no es de extrañar que a Hollywood le haya dado por desempolvar los cuentos clásicos de toda la vida y darles un “lavado de cara” para llevarlos de nuevo a la gran pantalla con ínfulas taquilleras.

Pero que aquella infausta perversión de la obra de Lewis Carroll triunfara no significa que las demás también lo hagan. La anodina versión crepusculera de Caperucita Roja que protagonizaron Amanda Seyfried y Gary Oldman, por ejemplo, no hizo tan buenos números, aunque gracias a su reducido presupuesto tampoco tuvieron que lamentar pérdidas económicas.

Ahora es el cuento de Blancanieves y los siete enanitos el que busca hacerse un hueco en las carteleras, y encima lo hace por partida doble (si no contamos la española –en blanco y negro y muda- que dirige Pablo Berger con Maribel Verdú ni la de Disney para el año próximo titulada “The Order of the Seven”). Estos dos proyectos que se estrenan con apenas unos pocos meses de diferencia son, por un lado, “Blancanieves y la leyenda del cazador”, la versión épica y repleta de acción y efectos especiales que maneja Universal Pictures y que no veremos aquí hasta Junio; y por el otro “Blancanieves (Mirror, Mirror)”, la comedia para toda la familia que nos viene de la mano de Tarsem Singh, quién en diciembre del año pasado nos obsequiaba con un festín de sangre y violencia en la hiperbólica “Immortals”.

No es la primera vez que coinciden dos proyectos iguales o similares en el mismo año. No hay más que echar la vista atrás para encontrarnos con “Un pueblo llamado Dante's Peak” vs “Volcano” en 1997, “Armageddon” vs “Deep Impact” un año más tarde, o más recientemente “The Descent” vs “La caverna maldita” (2005), entre otros ejemplos varios. Incluso “Sin compromiso” y “Con derecho a roce” se construían a partir de una premisa romántica idéntica. Ahora bien, aquí de lo que se trata es de la adaptación de un mismo cuento tradicional de los Hermanos Grimm que ha pasado de padres a hijos generación tras generación, y al que por lo visto cada estudio quiere darle su particular enfoque, a cuál más transgresor respecto al original.

Una malvada hechicera
(Julia Roberts) se convirtió en Reina cuando conquistó el corazón de un honrado Rey. Pero tras la desaparición del soberano, la Reina ha sumido al reino en la pobreza, recaudando continuamente duros impuestos para celebrar sus fiestas de palacio. Ahora que su fortuna se agota, sus planes son casarse con un joven, rico y apuesto Príncipe (Armie Hammer). Sin embargo, un obstáculo se interpone en su camino: la dulce Blancanieves (Lily Collins), heredera por derecho del trono y cuya belleza se gana la atención del susodicho Príncipe. Desesperada, la Reina ordena a Brighton, su fiel lacayo, que lleve a Blancanieves al bosque y la mate. Sin estómago para cometer tan vil crimen, Brighton libera a la joven y huye de regreso a palacio convenciendo a su ama de haber cumplido el encargo.

Vagando por el bosque, Blancanieves encuentra finalmente refugio en la casa de una banda de salteadores de caminos diminutos (los siete enanos), quienes la acogen no sin ciertas reticencias.

Los pilares básicos de la historia que todos conocemos más o menos se mantienen, si bien hay cambios notables en diversos aspectos de la trama y de los personajes. Sin ir más lejos, aquí los siete enanitos no se ganan la vida honradamente picando paredes en una mina sino que se dedican a robar a todo al que se le ocurre internarse en sus dominios (léase el bosque). Tampoco se mantienen sus nombres (al menos no los que nos dio a conocer la maravillosa versión animada de Disney) ni sus rasgos característicos, aunque alguno que otro (Gruñón) queda ligeramente representado.


La Reina sigue siendo malvada, muy malvada; y Blancanieves dulce y encantadora, incluso cuando aprende a robar y a batirse en duelo con espadas (¿robar?, ¿duelos de espadas? Sí, se lo enseñan los enanos tras un intenso entrenamiento). El Príncipe, esta vez, es un poco zoquete, y en vez de leñador tenemos a un sirviente/lacayo/lameposaderas que cumple a rajatabla todas las ordenanzas de la Reina salvo, claro está, una en concreto: matar a Blancanieves. Luego ya pagará por ello con el correspondiente castigo.

Aquí el macguffin de la trama no reside tanto en que Blancanieves pueda superar a la Reina en belleza (la famosa pregunta al espejito ni tan siquiera aparece), sino en el hecho de que la joven pueda arrebatarle el corazón del príncipe al que quiere atrapar en sus redes. Además de que tampoco tiene intención alguna de legarle el trono al que tanto se ha aferrado todos estos años de liderazgo en solitario.

El propósito del guionista parte de la idea de contar el cuento desde la perspectiva de la Reina, algo que sucede a medias, pues pese a ser ella quién nos introduce en la historia a través de un delicioso prólogo animado (lo mejor de la película, sin duda), pronto su protagonismo queda pisado por Blancanieves y los enanos. En parte es mejor así, teniendo en cuenta el tratamiento –en ocasiones insufrible- que le han dado a algunos personajes. Y es que la Reina de Roberts, en pequeñas dosis, resulta mucho más soportable. Claro que esta puede ser una apreciación muy subjetiva por mi parte ya que la exnovia de América nunca ha sido santa de mi devoción (por decirlo finamente).

Por otro lado, dentro del marco humorístico en el que se inscribe el filme, los enanos son prácticamente los únicos que de vez en cuando nos sacan una sonrisa, ya que el resto de gags, coñas y demás artimañas jocosas resultan tan infantiloides y ridículas (la poción del cachorrito y sus posteriores efectos en el príncipe son para echar al guionista a la hoguera) que dan ganas de abandonar la sala antes de que termine la proyección.

En honor a la verdad hay que decir que la película no es tan horrible como apuntaban los tráilers, pero tampoco es que el montador de los mismos tuviera mucho de donde cortar y rescatar para hacer una presentación medianamente potable de la misma. Lo mejor es que la vuelta de tuerca de Tarsem logra mantener el espíritu de cuento que, dudo mucho, pueda siquiera alcanzar la “versión tolkiana de Universal”. Sin embargo, eso no la salva de ser una versión tediosa e irritante del cuento cuya gracia se ve reducida a momentos muy puntuales, lo que inevitablemente malogra su condición de “comedia para toda la familia”.


Dentro de este a ratos bochornoso espectáculo de pasteloso colorido y esperpéntico vestuario (esto último, muy propio de Tarsem; no hay más que recordar a los dioses de pasarela de su “Immortals”), el reparto salva un poco los platos, y aunque Lily Collins, por ejemplo, luzca unas cejas en las que podrían aterrizar aviones, no puedo sino reconocer que deviene en una Blancanieves ideal. Por el contrario, Sean Bean parece un poco perdido, cómo preguntándose “qué demonios hago yo aquí y por qué no estoy rodando alguna película directa a videoclub, con la que seguro pasaría menos vergüenza ajena”. Y es que al pobre le ha tocado asistir a la peor parte de la cinta, es decir, el final, en donde Tarsem (con la excusa de que en el reino se cantaba y se bailaba antes de la llegada de la malvada bruja) nos encasqueta, como tiro de gracia, un chirriante desenlace musical al más puro estilo Bollywood (algo que el director hindú seguramente ansiaba poder incluir desde su primera incursión en Hollywood). Y eso que el tráiler ya nos había puesto en preaviso, pero no ha sido suficiente para amortiguar el daño causado en mis retinas y oídos.

No obstante, en vista de la división de opiniones surgida tras la asistencia al pase de la película (unos salieron encantados y otros echando pestes), no seré yo quien desaconseje su visionado (a fin de cuentas, mi opinión es tan válida o discutible como la de cualquier otro), pero personalmente recomendaría reservarse los euros por si acaso la “deconstrucción” de Universal resulta ser mejor propuesta, cosa que, por supuesto, aún está por ver.

En todo caso, siempre nos quedará la película Disney, una joya de la animación.




Valoración personal:

viernes, 23 de marzo de 2012

Tyrannosaurus Entertaiment, productora audiovisual y distribuidora

Tyrannosaurus Entertainment

Tyrannosaurus Entertainment es una productora audiovisual creada por Marc Gras y José M. Rodriguez, ambos provenientes del mundo del celuloide con más de 15 años de experiencia, fundada en 2011 como extensión de la editorial Tyrannosaurus Books & Cards.

Tyrannosaurus Entertainment está volcada, principalmente, en la producción de documentales y largometrajes de ficción, siendo algunos de sus próximos proyectos "Class of Nuke 'Em High Part IV", en co-producción con Chaparra Entertainment (España) y Troma Entertainment (USA), que será dirigida por Marc Gras y Dani Moreno; "Josmar, the Movie", en co-producción con Geromax Music (España); o el documental "El Jueves. Poca Broma", celebrando el 35 aniversario de la mítica revista satírica; aunque también realiza videoclips, making off, extras para ediciones de DVD y da soporte a producciones nacionales e internacionales como segunda unidad de rodaje, entre otras.

Recientemente, T.E. firmó varios acuerdos que le han permitido aumentar considerablemente su catálogo de cine exploit, underground y de serie Z, así como sumar algún título documental relevante a nivel internacional.

El primero de los acuerdos lo firmaron con la productora estadounidense Blue Heron y permite a Tyrannosaurus Entertaiment distribuir el multipremiado documental sobre la II Guerra Mundial “Safe Haven: The Warsaw Zoo” (2009).

Dentro de la vertiente más underground y de serie Z destaca la adquisición de los derechos de la mayor parte de la filmografía del mítico exploiter Ted V. Mikels, en manos de TVM Global Entertainment. Mikels es responsable de la saga de culto “Astro Zombies” o “The Corpse Grinders”.

Tyrannosaurus Entertaiment también gestiona los derechos de explotación comercial de la productora neoyorkina independiente Troma Entertainment, capitaneada por los míticos Lloyd Kaufman y Michael Herz desde 1974. Entre las cintas de su catálogo se encuentran “El vengador Tóxico”, “El día de la madre”,“ Sargento Kabukiman”, “El monstruo en el Armario”, la saga “Classof Nuke'em High” o “Poultrygeist” entre muchas otras. La adquisición de estos derechos incluye TV, home cinema y exhibición en España, Andorra y Portugal de los tres catálogos: Blue Heron, TVM y Troma, que Tyrannosaurus pone a disposición de todas aquellas distribuidoras y plataformas interesadas desde este mismo mes de marzo.

Puede consultarse el listado completo de títulos (a los que se irán añadiendo más progresivamente) en: http://tyrannosaurus.es/films/index.php/films/distribucion

Tyrannosaurus Entertainment gestiona, además, todo el catálogo de las productoras Fester Entertainment y Mushnik's Entertainment, incluyendo documentales como "Troma is Spanish for Troma" (dirigido por Marc Gras), de gran éxito en circuitos underground de todo el mundo, distribuido comercialmente en España por Friki Films en 2011 y en el resto del mundo por Troma Entertainment en 2012 y nominado a los premios Scifiworld 2012 como mejor producción de ficción/documental indie.

De este modo, Tyrannosaurus Entertainment proyecta a medio plazo convertirse en distribuidora de otros títulos indie y cintas de culto sin distribución en España, tanto nacionales
como internacionales.

viernes, 16 de marzo de 2012

“Contraband” (2012) - Baltasar Kormákur

Crítica Contraband 2012 Baltasar Kormákur
Cuando en Hollywood un estudio adquiere los derechos de una producción del otro lado del charco, lo más habitual es encargarle la realización del remake a alguien de la casa. En su defecto, puede ocurrir que el director de la cinta original repita la jugada y se ponga detrás de la cámara para realizar la versión americana. Ese sería el caso de “13 Tzameti”, thriller francés que en su versión yanqui (no estrenada aún en salas de cine, y eso que data de 2010) contaba de nuevo con Géla Babluani en labores de dirección y guión (co-guionista, para ser más exactos) y adjudicándose para la ocasión un reparto de relumbrón (Jason Statham, Mickey Rourke, Michael Shannon, Alexander Skarsgård, Ray Winstone…).

Lo que ya no es tan común es encontrarse con que el tipo que asume esa responsabilidad (dirigir el remake) es el actor protagonista del filme original. Esto es lo que ocurre con la película que nos ocupa.

Baltasar Kormákur es un hombre polifacético. De origen hispano-islandés, Kormákur ha ejercido como actor y dirigido y producido varios films en Islandia. En 2008 produjo y fue el protagonista de “Reykjavik-Rotterdam”, thriller que ha servido de base para construir la historia de “Contraband”, versión a la americana de aquél y segundo largometraje en suelo estadounidense de Kormákur tras “Inhale”.

Chris Farraday (Mark Wahlberg) dejó atrás sus actividades delictivas como contrabandista y disfruta ahora de una cómoda vida familiar junto a su esposa (Kate Beckinsale) y sus dos hijos. Sin embargo, cuando su cuñado Andy (Caleb Landry Jones) mete la pata en un asunto de drogas encargado por su implacable jefe Tim Briggs (Giovanni Ribisi), Chris se ve obligado a volver a hacer lo que mejor se le da, pasar contrabando, para pagar la deuda de Andy.

El modo en el que se construye la trama de la película no es, ni mucho menos, original, y si tuviéramos que buscar un ejemplo similar más o menos reciente en el tiempo lo encontraríamos en “60 segundos”, aquél filme que también contaba con la presencia de Giovanni Ribisi. Pero si en aquella Ribisi era el culpable indirecto de que su hermano, un experto ladrón de coches (interpretado por un Nicolas Cage antes de entrar en decadencia) tuviera que volver a las andadas para dar la cara por él ante un mafioso con muy malas pulgas, aquí ese papel recae en Caleb Landry Jones (el mutante Banshee en “X-Men: Primera generación”), mientras que él, Ribisi, interpreta ahora el rol de delincuente en la piel del peligroso Tim Briggs. Y de robar coches pasamos ahora a un asunto de contrabando de drogas en el que inevitablemente se tendrá que implicar Chris, un legendario contrabandista que decidió dejar atrás la vida criminal para no acabar entre rejas como su padre.

Pero ante las amenazas de Riggs, a Chris no le queda otra que salir de su retiro, tirar de antiguos contactos/recursos y reunir a un equipo de confianza para hacer un último trabajito y tratar de saldar la deuda que tiene el hermano de su mujer.

Chris cuenta con la ayuda de su mejor amigo –casi como un hermano- Sebastian Abney (Ben Foster) para encargarse de cuidar a su familia mientras él viaja a Panamá para hacerse con varios millones de dólares en billetes falsos. Y es que por muy delincuente que sea, nuestro protagonista tiene sus propias reglas, y lo de pasar droga de contrabando no van con él. Por tanto, el dinero falso debe convertirse en la moneda de cambio para ajustar cuentas con Briggs.
Como suele ocurrir en este tipo de historias, cuyo esquema es muy similar al de las películas de robos y atracos, los planes no siempre salen como uno tenía previsto, así que nada más poner un pie en Panamá las cosas empezarán a torcerse y a complicarse de mala manera...



Asumiendo que Wahlberg es un actor de limitadas capacidades interpretativas, lo único que resta esperar de él es que al menos resuelva la papeleta con cierto oficio, teniendo en cuenta que el personaje que asume, el héroe de la historia, tampoco exige mucho esfuerzo, y que tampoco dista demasiado de otros que ya ha interpretado con anterioridad (véase el ladrón Charlie Croker del remake de “The Italian Job”). Así pues, “Marky Mark” cumple sin más en un trama que, como ya he comentado anteriormente, sigue unas pautas muy parecidas a las de las cintas de robos, pues la idea no deja de ser la de hacerse con una mercancía (que puede ser dinero, joyas, drogas, coches de lujo, obras de artes… lo que se tercie) y despistar a las autoridades (en este caso, los agentes de aduanas) para que no les chafen el negocio.

Y lo malo de compartir ciertos elementos, y de que estemos ante un thriller dónde abundan los clichés a punta pala, es que todo resulta muy previsible; cada personaje, cada paso que dan… Nos es todo tan familiar que no hay giro argumental o golpe de efecto que nos pille por sorpresa.

Chris tiene que resolver el asunto que tiene entre manos en cuestión de horas si no quiere perder el barco que le ha de llevar de vuelta a casa. En ese tiempo debe sortear todo tipo de dificultades y contratiempos que ponen en peligro su misión y, en consecuencia, la vida de su familia. Y, sinceramente, no hay problema que no nos olamos ya a kilómetros. Las traiciones se ven venir desde una hora lejos SPOILER-- sobre todo si para el rol de “amigo traidor” fichas a alguien tan encasillado –al menos en historias de este tipo- como Ben Foster --FIN SPOILER y las piruetas e ingenios que Chris tiene que sacarse de la manga para sortear los obstáculos son casi de manual (SPOILER-- el truquillo de sal ya lo hemos visto antes y lo de la aspirador te lo figuras desde el primer instante en el que las cosas empiezan a ir mal -- FIN SPOILER).


De todos modos, estamos ante una cinta de género que es, cuanto menos, entretenida, así que su previsibilidad no supone tampoco un gran impedimento para dejarse llevar durante un par de horas mientras se devora un cubo de palomitas recién hechas (lo de “recién hechas” en el mejor de los casos). Hay detalles interesantes que nos sacan alguna sonrisita, como por ejemplo esa ligera puyita al arte contemporáneo con el cuadro de Pollock, la camadería entre Chris y sus compañeros o los roces de éste con el capitán del barco encarnado por J.K Simmons. Además, el personaje de Foster es algo más complejo de lo que cabría esperar, así que el guión resuelve el conflicto que le atañe (SPOILER -- con el castigo que le corresponde, cuando lo más fácil –yendo en contra de la ética de Chris- hubiese sido pegarle un tiro y santas pascuas -- FIN SPOILER)

Por otro lado, el reparto, que incluye a gente como Ribisi (con un look muy quinqui), Foster, Beckinsale (más guapa y más creíble que cuando mata hombres lobos embutida en cuero), Simmons o Lukas Haas, cumple sobradamente y la dirección de Kormákur, que se abstiene de florituras (las secuencias de acción tienen ese toque sucio y realista de los thrillers de hoy día, así que no busquéis espectacularidad por ningún lado), es lo suficientemente apañada para conseguir llevar a buen puerto -y nunca mejor dicho- un guión tan tópico como funcional.

Así que “Contraband” cumple con el trámite, siempre que no le pidas peras al olmo, en cuyo caso mejor ni te molestes en verla.



Valoración personal:

miércoles, 14 de marzo de 2012

“Dictado” (2012) - Antonio Chavarrías

Crítica Dictado 2012 Antonio Chavarrías
Esta es la segunda vez en menos de tres meses que nos encontramos con una película de Juan Diego Botto en nuestras carteleras. A finales de enero teníamos al actor embutido en un uniforme militar encarnando a un soldado de la División Azul en plena Segunda Guerra Mundial en la muy correcta “Silencio en la nieve”, y ahora le tenemos de regreso en “Dictado” postulando para ser el padre adoptivo más atormentado del año.

Y es que en este último largometraje de Antonio Chavarrías, que no se sentaba en la silla de director desde “Las vidas de Celia” (2006), Juan Diego interpreta a Daniel, un profesor que, tras la insistencia de su mujer Laura (Bárbara Lennie), acepta acoger en su casa a Julia (Mágica Pérez), la hija de un amigo de la infancia que acaba de suicidarse. Mientras Laura consigue que Julia recobre poco a poco las ganas de vivir, Daniel empieza a sentir como amenazas algunas de las acciones de la niña, que despiertan en él miedos y sentimientos de un pasado que había decidido enterrar.

Otro español que responde al nombre de Jaume Collet-Serra ya nos advirtió de los peligros de una errónea adopción en “La huérfana”, producción estadounidense en la que la felicidad de un estable matrimonio se tambaleaba por culpa de una “niña” un tanto desquiciada…

En esta ocasión nos encontramos con Daniel y Laura, una pareja que desea tener un hijo pero que por caprichos del destino no logran concebirlo. Para Laura, la oportunidad de ejercer de madre se le presenta en forma de adopción provisional tras la muerte de Mario, que deja a su hija huérfana y aparentemente sin nadie que se pueda hacer cargo de ella.

Mario es un viejo conocido de Daniel que reaparece de sopetón insistiendo en que éste conozca a Laura. Poco después, y ante la negativa de Daniel, se quita la vida por motivos que desconocemos, aunque intuimos que tiene algo que ver con la citada niña. Algo en ella asustaba tanto a Mario que decidió terminar con su sufrimiento por la vía rápida.

¿Pero qué era lo tanto angustiaba a Mario como para acabar suicidándose? Poco a poco lo iremos descubriendo…


Mario y Daniel están conectados por un suceso del pasado, algo que este último enterró en el fondo de su memoria pero que ahora ha regresado para atormentarle. El director nos pone poco a poco en la pista de aquello que ocurrió años atrás mediante continuos saltos en el tiempo y que de forma entrecortada nos van desvelando pequeños detalles de la infancia de ambos personajes. A medida que avanza el metraje, alternándose continuamente pasado y presente, vamos conociendo el por qué de la incomodidad de Daniel con Julia, una niña que le recuerda a Clara, alguien que conoció siendo un niño. Cuanto más tiempo pasa, más se disipa el desconcierto inicial y las dudas, y más convencido está Daniel de que Julia es Clara. Sin embargo, no hay explicación lógica para ello. ¿O sí la hay?

Chavarrías juega con el perfil psicológico de sus personajes y transita lugares comunes del género (solitarias viviendas en medio del bosque, bañeras como símbolo onírico de la muerte…) para ir creando un entorno desquiciante alrededor del personaje de Daniel. En ese sentido, su gran baza es ese suspense teñido de sugerencias sobrenaturales que va desprendiendo la historia a lo largo del metraje, si bien Chavarrías hace bien en reservarse el consabido as en la manga hasta bien llegado el último acto. Revelado el misterio, cuyo origen podía intuirse pero no llegar a concretarse del todo, el tramo final deviene en lo previsible y con cierta tendencia a querer emparentarse con referentes del cine de terror como “El resplandor” o “La morada del miedo”. De todos modos, Chavarrías desarrolla con coherencia esa premisa que nos propone desde el principio, urdiendo golpes de efecto para nada bruscos y que se corresponden en todo momento con los detalles y los personajes que nos ha ido revelando.


En el plano actoral, tanto Juan Diego Botto como Bárbara Lennie cumple sobradamente con sus papeles, consideración que puede extenderse sin excepciones al resto del reparto adulto. Los aspirantes a actores y actrices más menudos ya serían otro cantar, pero tampoco vamos a hacer sangre teniendo en cuenta su corta edad, su inevitable inexperiencia y lo difícil que lo debe tener un director/a de casting para acertar en un proceso de selección en el que, por norma general, no nos vamos a encontrar con la Chloe Moretz o la Elle Fanning españolas. Y con esto quiero decir que la cantera de niños/as intérpretes en España deja, por norma general, bastante que desear (aunque siempre habrá alguna que otra excepción).

Con una conseguida atmósfera y un suspense que se muestra efectivo la mayor parte del tiempo, Chavarrías logra con “Dictado” una correcta aunque discreta pieza de género que probablemente no permanezca mucho tiempo en el recuerdo pero que tampoco nos hace lamentar la ajustada hora y media que pasamos sentados en la butaca de una oscura sala de cine.




Valoración personal:

viernes, 2 de marzo de 2012

“Chronicle” (2012) – Josh Trank

Crítica Chronicle 2012 Josh Trank
Vendiendo sus derechos o aliándose con poderosos estudios de Hollywood, las dos editoriales más importantes del mundillo comiquero, Marvel y DC, llevan años inundando nuestras salas de cine con toda clase de superhéroes salidos de sus viñetas. Si bien han sido sus personajes los que han vuelto a poner de moda a estos superhombres (algo que no ocurría desde el Superman de Donner o el Batman de Burton), ha habido otros que también han querido sumarse a la moda tratando de ofrecer un producto alternativo.

El cómic ha sido una fuente de recursos inagotable, y así es como han surgido películas como “Watchmen” o “Kick-Ass”. Pero no necesariamente hay que recurrir al catálogo comiquero para sacarse a un superhombre de la manga, como bien demostró “Hancock”.

Incluso el cine independiente ha coqueteado con los justicieros enmascarados tratando de ofrecer su particular visión desde la vertiente dramático-cómica, y quitándoles uno de sus mayores atributos: los superpoderes. Ejemplos de esto último los tendríamos en “Defendor”, “Super”, “Paper” o “Special”, la mayoría de ellas inéditas en nuestro país, como no podría ser de otra forma.

Sin embargo, lo que aquí nos interesa es, precisamente, hablar de superpoderes; de esas habilidades extraordinarias y sobrehumanas con las que muchos habremos fantaseado alguna vez. Y el cine, así como la televisión, nos han mostrado a personas con poderes sin necesidad de embutirse en unas ridículas mallas; en “Jumper” un par de afortunados podían viajar (saltar) de un lugar a otro del mundo en un abrir y cerrar de ojos con sólo proponérselo (algo similar a lo que hacía Son Goku en Dragon Ball); otros tenían poderes telequinéticos en “Push”; mientras que en series como “Héroes” o “Misfits” hemos podido ver a un variopinto grupo de personas haciendo gala de diversos superpoderes que nos hacían rabiar de envidia.

Y cuando ya parecían haberse agotado todas las posibilidades y vueltas de tuerca posibles, a un par de elementos que responden al nombre de Max Landis, hijo del director John Landis (Un hombre lobo americano en Londres, The Blues Brothers), y Josh Tranks se les ocurrió que podrían mezclar la moda superheroica con otra moda actual no menos sobreexplotada, el mockumentary. Y así es como nació “Chronicle”, escrita por el primero y dirigida por el segundo.

Tres jóvenes amigos de Portland -Andrew, Matt y Steve- se ven expuestos a una misteriosa sustancia en el bosque y, como resultado, empiezan a desarrollar increíbles poderes. Desde entonces comienzan a experimentar juntos con sus nuevas habilidades como diversión. Cuanto más practican más poderosos se vuelven y más se divierten… hasta que uno de ellos pierde el control y todo se desmadra.

¿Qué harías si de la noche a la mañana adquirieras poderes sobrehumanos? Pues seguramente, si tuvieras la misma edad que nuestros tres protagonistas, harías lo mismo que ellos: divertirte, hacer trastadas para echarte unas risas y/o vengarte del abusón de turno (más o menos lo que ya hacía Scott Baio en “Zapped” aka “Movia en la universidad”). Puede incluso que aun habiendo sobrepasado la edad del pavo utilizaras tus nuevos poderes principalmente para disfrutarlos a lo grande y hacerte la vida mucho más cómoda.

El descubrimiento de un extraño objeto de origen desconocido en medio del bosque transfiere a Matt, a Steve y a Andrew poderosas capacidades telequinéticas. Al día siguiente son capaces de mover objetos utilizando únicamente su pensamiento. A medida que van experimentando con sus nuevas habilidades van aprendiendo a mover objetos más grandes y pesados, se van haciendo más fuertes e incluso aprenden a volar.


Todo es jolgorio y diversión mientras dan vueltas entre las nubes, le levantan la falda a las chicas o le gastan bromas a desconocidos. Pero como solía decir el viejo tío Ben, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y puede que alguno de ellos no esté preparado para asumir ese compromiso.

Steve no tiene problemas. Es el chico más popular del instituto y sólo piensa en divertirse junto a su amigo Matt, quién se encuentra en plena fase de cambios, tratando de huir de la superficialidad de haber sido un chico popular e interesándose por otros menesteres más constructivos con los que emplear su tiempo libre. Andrew, en cambio, es muy diferente a ellos dos. Es un chico introvertido y solitario, y apenas cuanta con más amigos que Matt, su primo. Las cosas en casa tampoco marchan bien para Andrew; su madre, gravemente enferma, está postrada en la cama, y su padre, un ex bombero que ahora cobra una pensión, no hace más que darle a la botella.

Con el descubrimiento de su nuevo poder y su pericia inmediata para aventajar a Matt y Steve en el control del mismo, al joven marginado del instituto se le abre un inmenso abanico de posibilidades. Pero cuanto más crece su poder, más crecen sus ambiciones y más peligroso se vuelve…

La excusa de que Andrew documente su día a día y utilice su poder para controlar la cámara a su antojo le permite a Tranks afrontar la dirección de una forma mucho más dinámica de lo que suele permitir la técnica de la cámara en primera persona. Juega con planos que de otro modo serían imposibles (picados, panorámicas, travellings…), y además saca partido de “otras cámaras” a su disposición como la que maneja el personaje de Casey (el interés amoroso de Matt), una chica que graba vídeos para su blog personal; las cámara de seguridad de los establecimientos de la ciudad e incluso las cámaras de los móviles que hoy en día tenemos prácticamente todos en nuestro aparato de telefonía móvil. Todos estos potenciales puntos de vista le sirven a Tranks para captar la acción con mejor perspectiva y componer los planos con mucha mayor libertad y sin demasiado tembleque, lo cual siempre es de agradecer.


La historia no ahonda en el origen de los poderes telequinéticos (parece que la intención es aclarar las dudas de su misteriosa procedencia en una más que probable secuela) sino en cómo los personajes los emplean y sobre todo en qué modo le afectan a Andrew, una especie de psicópata en potencia que pasa de ser un adolescente inseguro a un auténtico narcisista.

Los tres adolescentes resultan creíbles tanto desde el guión, que les da la autenticidad suficiente como para creer que si esto fuera real sucedería tal cual sucede con ellos, como desde la interpretación, con tres jóvenes actores venidos de la televisión que demuestran sobrada naturalidad frente a la cámara.

Y eso, la credibilidad y lograda espontaneidad de la historia, probablemente sea la mayor virtud de una película que tampoco es que cuenta algo excesivamente novedoso ni impactante. Se beneficia claramente de su formato documental para resultar una propuesta atractiva cara al gran público, pero tampoco va mucho más allá de su premisa.

En su agitado clímax final recuerda sobremanera al manga/anime “Akira” de Katsuhiro Ôtomo, con Matt intentando por todos los medios detener a un desatado e incontrolado Andrew en pleno apogeo destructor. La modestia del producto no les permite hacer gala de unos efectos especiales más relumbrones (por momentos dan el pego, pero en secuencias como las de los vuelos rechinan una barbaridad), pero Tranks evita que eso se convierta en un lastre y adapta sus pretensiones pirotécnicas al formato y al presupuesto que maneja.

Tanto él como Landis han sabido combinar un par de conceptos con bastante oficio, y aunque el resultado no sea espectacular, al menos entretiene dentro de su ajustado metraje.



Valoración personal:


“Luce rojas” (2012) – Rodrigo Cortés

Crítica Luce rojas 2012 Rodrigo Cortés
En 2010, el español Rodrigo Cortés demostró con “Buried (Enterrado)” no sólo que se podía rodar una historia que transcurriera enteramente dentro de una caja de madera sino que además con ella se podía lograr una muy buena película. Gracias a una dinámica puesta en escena, a un actor entregado en cuerpo y alma y a un guión prácticamente impecable, Buried se convirtió, para un servidor, en uno de las mejores propuestas de aquél año y en uno de los thrillers claustrofóbicos/psicológicos más conseguidos que se hayan hecho en mucho tiempo.

Después del buen sabor de boca dejado por aquél segundo trabajo, Cortés se ganó el crédito de trabajar con grandes como Robert De Niro o Sigourney Weaver, intérpretes que conforman el reparto de su enigmático tercer largometraje, “Luces rojas”.

Dos investigadores de fraudes paranormales, la veterana doctora Margaret Matheson (Sigourney Weaver) y su joven ayudante Tom Buckley (Cillian Murphy), estudian los más diversos fenómenos metapsíquicos con la intención de demostrar su origen fraudulento. Tras una ausencia de treinta años, el legendario psíquico Simon Silver (Robert De Niro) reaparece con un nuevo espectáculo en el que desafía a los escépticos profesionales. Tom comienza a desarrollar una densa obsesión por Silver, cuyo magnetismo se refuerza de forma peligrosa con cada nueva manifestación de oscuros fenómenos inexplicables…

Los que aún se pregunten qué demonios son las “luces rojas” que dan título a la película, encontrarán la respuesta en boca de su propio director en una de las promos virales que circulan por la red. En palabras de Cortés, “las luces rojas son notas discordantes; cosas que no deberían estar ahí. Es como si hubiera pequeñas luces destellantes en la realidad que delatan que algo sucede; algo que no debería estar sucediendo”. Por tanto, consideramos como luces rojas todos aquellos fenómenos que escapan a nuestra comprensión; fenómenos contradictorios a la realidad que conocemos y que no somos capaces de explicar.

Para nuestros protagonistas no existe fenómeno alguno que no pueda ser explicado bajo un razonamiento lógico y/o científico. Conscientes de ello, y muy seguros de sí mismos, la doctora Matheson y su joven ayudante se dedican a destapar toda clase de fraude parapsicológico que caiga en sus manos, es decir, médiums y demás farándula que se llenan los bolsillos a costa de la ingenuidad de las personas con las que tratan.


El sorpresivo regreso a la vida pública del psíquico Simon Silver (una especie de Uri Geller) deviene en un reto para Tom, que se obsesiona con la idea lograr lo que otros no han podido: destapar su engaño. Incluso Margaret tuvo, en el pasado, sus encuentros con Silver, un hombre al que ella considera muy peligroso. Pero pese a las advertencias de su maestra, Tom no cede en su empeño e inicia su particular investigación; una investigación que le hará replantearse todo en lo que creía hasta ahora.

La película empieza con Matheson y Buckley desacreditando a una espiritista de pacotilla, lo que nos sirve para que a continuación se nos vaya ilustrando acerca de cómo detectar este tipo de fraudes, con la pareja de expertos ofreciéndonos las debidas explicaciones razonables a todos aquellos fenómenos que a priori podríamos considerar de carácter sobrenatural. Hasta ahí, protagonistas y espectador compartimos el mismo escepticismo, pero la irrupción del personaje de Silver comienza a resquebrajar nuestra desconfianza hacia lo paranormal.

¿Es Silver realmente un farsante? Cortés siembra la duda y juega constantemente con la ambivalencia de una respuesta clara a semejante cuestión. En ese sentido, el mayor logro del director es mantener el suspense de forma constante, captando nuestra atención y consiguiendo que estemos dispuestos a seguir contemplando sus malabarismos narrativos. Desgraciadamente, todo acierto estético y narrativo que Cortés alcanza como director (la sobriedad y elegancia de su puesta en escena, la rigurosidad de su discurso, etc.) queda lastrado por su tramposa tarea como guionista. Cortés no juega limpio y se convierte en el mayor farsante de su película.


Con tal de despistarnos, hacernos dudar y poder, al fin, ofrecernos esa “sorprendente e inesperada” explicación al misterio que nos ha de dejar clavados en la butaca (al más puro estilo Shyamalan), Cortés urde toda clase de artimañas (muertes repentinas, llamadas oportunas, perturbadores sueños oníricos…) que arremeten contra nuestra incredulidad, saboteando nuestros pensamientos de forma incesante y dándonos, finalmente, gato por liebre esperando que con el despliegue de humo y luces no nos percatemos de que su truco es de un bajeza y ridiculez casi insultantes. El error más sangrante que comete Cortés es el de perderle el respeto al espectador, y cuando eso ocurre, no hay ilusión que valga. La coherencia y credibilidad de la trama se pierden justo en el instante en el que el guión empieza a jugar a dos bandas, utilizando luego esa ambigüedad para justificar un desenlace tan pretencioso como efectista.

No parece haber voluntad por parte de Cortés en tomarse si quiera la molestia de construir una historia sólida que funcione por sí misma, pues parece convencido de que con el ilusionismo de baratillo tiene más que suficiente para contentar al espectador y hacer que se trague el timo con una sonrisa en la boca. Y probablemente no le falte razón. Porque “Luces rojas” es una tomadura de pelo que entretiene y logra buenos picos de tensión, algo que para algunos será más que suficiente. Los que preferimos que nos embauquen con algo más de ingenio y honestidad no podemos hacer otra cosa que correr un tupido velo ante el último trabajo del director gallego esperando que haya sido sólo un pequeño y olvidable traspiés. Al fin y al cabo, si a Fresnadillo le perdamos la ponzoña que fue “Intruders”, seguramente a Cortés también podamos perdonarle “Luces rojas”.



Valoración personal:


jueves, 1 de marzo de 2012

Rueda de prensa de “Luces rojas” con Rodrigo Cortés

Rueda de prensa “Luces rojas” Rodrigo Cortés
Con motivo del estreno este viernes de su última película, “Luces rojas”, el director Rodrigo Cortés estuvo de promoción en Barcelona atendiendo a los medios y contestando a nuestras preguntas durante el transcurso de la pertinente rueda de prensa.

Cortés empezó su discurso inicial advirtiéndonos de que su último trabajo es de esos que hay que dejar reposar en el cerebro para poder evaluarlo debidamente. “No es fácil saber qué ha sucedido cuando uno sale del cine. […] La película hace sus propias cosas dentro del cerebro de la gente, que empieza a someterse a una especie de proceso de digestión y asentamiento que la hace resonar de una forma muy distinta. [...] Es como si fuera una pequeña bomba de relojería de apertura retardada que sigue operando después de haber acabado.”

El director fundamenta su trabajo en la ambivalencia de dos posiciones enfrentadas, y nos propone una serie de incógnitas que pueden ser descifradas desde la vertiente más rigurosamente científica como desde la vertiente más fantasiosa. “Es una película en la que cualquier cosa que sucede tiene dos posibles explicaciones” explicaba Cortés “Cualquier manifestación paranormal, por espectacular que sea, siempre tiene un gran sentido de lo tangible, y aunque el espectador cambia de opinión a lo largo de la película y tiene una posición muy concreta cada vez, la otra posición siempre está dentro de lo posible.


La película, que ha sido rodada un 80% en Barcelona, cuenta con la participación de veteranos de Hollywood tan ilustres como Robert De Niro y Sigourney Weaver, todo un lujo para un director español de tan corta trayectoria. “Tengo una cierta tendencia enfermiza e insensata a no autolimitarme [...] Si haces una lista de actores para cada personaje y tu sabes que probablemente el séptimo sea el que te va a decir que sí, tienes dos opciones: empiezas directamente por el séptimo (usando el sentido común) o empiezas por el primero y que sea él el que te diga que no, que es lo que hemos hecho. Y para nuestra sorpresa, han dicho que sí.

El director tuvo muy buenas palabras sobre todo para Cillian Murphy “Es el único actor que conozco capaz de convertir una comedia romántica en una película de terror con una sola mirada […] Es un actor con una aproximación muy técnica pero a la vez instintiva y muy física hacia los personajes. El desarrollo dramático que hace en la película es muy preciso, un verdadero regalo para el director”.

Cortés nos habló también del previo estudio que llevó a cabo para poder abordar la historia de “Luces rojas”. “Tuve que hacer una documentación de más de un año estudiando ambos lados de la discusión paranormal: el lado de la ciencia ortodoxa y racionalista y el lado de los llamados creyentes, psíquicos y parapsicólogos. Toneladas y toneladas de material (material gráfico, archivos sonoros, etc.); un montón de bibliografía, lamentablemente casi ninguna en español porque la tradición investigadora es sajona.


Durante su estudio hizo acopio de cuantioso material, si bien no todo tuvo cabida en la película, viéndose obligado a hacer recortes conforme revisaba la primera versión del guión. Un trabajo sin descanso en el que se ha visto inmerso durante dos años desde que empezó con “Buried (Enterrado)” hasta hoy. “Han sido 15-18 horas diarias, de lunes a domingo, sin un sólo día de excepción. “Emergo” [película de la que fue guionista] se hizo antes de la promoción internacional de “Buried”, y el día en que ésta terminó, comenzó la preproducción de “Luces rojas."

De ahí que luego el director bromeara sobre su siguiente proyecto “Ahora mismo estoy exhausto y mi próximo proyecto, antes de que alguien me lo pregunte, es dormir”.

Desde los primeros apuntes en la concepción de “Luces rojas”, Cortés estuvo interesado especialmente en la parte psicológica del asunto y declaró no ser un creyente de lo sobrenatural en el sentido de que no considera que “pueda haber nada que trascienda a la naturaleza. Todo tiene que estar dentro de los márgenes de la naturaleza, incluso lo inexplicable” Y añadió “Si consideramos lo paranormal como un conjunto de fenómenos en busca de explicación, evidentemente suceden una serie de cosas que se resisten a ser explicadas. En ese sentido, las ondas de radio en el s. XVI serían un fenómeno paranormal

De todos modos, Cortés concluyó aclarando que en ningún momento ha concebido la película con la intención de realizar una tesis que imponer en el espectador, pues prefiere que sea éste quién saque sus propias conclusiones en base a los dos frentes, las dos posibilidades, que ofrece su historia.